Los diáconos tienen un papel especial distinto de los sacerdotes y obispos. Los diáconos son, en cierto sentido, asistentes personales del obispo de su diócesis con responsabilidades particulares, y normalmente reportan al obispo, mientras están nominalmente bajo el sacerdote parroquial.
La palabra “diácono” proviene del griego διάκονος ( diákonos ), que significa “sirviente” o “mensajero”. Eso resume más o menos su papel.
Su principal responsabilidad es el trabajo caritativo . Esto significa visitar a los enfermos, atender a los necesitados, administrar organizaciones benéficas y otros trabajos pastorales.
También son tradicionalmente (aunque no siempre en la práctica) responsables de administrar las finanzas de la parroquia.
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En la mayoría de las denominaciones católicas, como las iglesias anglicanas / episcopales y antiguas católicas, los diáconos son tradicionalmente responsables de leer el Evangelio y ayudar al sacerdote en la Eucaristía. A veces también pueden tener licencia para predicar el sermón. También hay partes de la liturgia tradicionalmente realizada por un diácono, como el Misterio de la fe o el despido.
Este papel litúrgico se enfatiza durante la ordenación como diácono, cuando se le presenta al ordenando un leccionario especial, el Evangelio o la Biblia (según la denominación y la práctica local) junto con la estola de su diácono.
Hasta el siglo XX, los diáconos eran una raza moribunda en las iglesias occidentales, casi siempre eran “diáconos de transición”, es decir, solo fueron diáconos brevemente hasta que fueron ordenados sacerdotes. (¡A menudo, este período fue literalmente tan corto como unos pocos minutos!) Por lo tanto, el claro papel del diácono casi desapareció, en marcado contraste con las iglesias orientales. Luego, después del Concilio Vaticano II, hubo un gran esfuerzo para revivir a los diáconos permanentes como una oficina independiente, y un proceso similar se estableció en otras denominaciones católicas. Ahora los anglicanos, los viejos católicos, muchos luteranos y los católicos romanos tienen diáconos permanentes con responsabilidades similares.
Por lo tanto, los diáconos juegan un papel vital en la vida de la Iglesia, cumpliendo el llamado de Jesús para ayudar a nuestros vecinos y cuidar a los más necesitados.