De acuerdo con la teoría M (teoría de cuerdas), hay dimensiones paralelas que ocurren a nuestro alrededor en todo momento. Pero debido a que no estamos “sintonizados a esa frecuencia”, permanecen invisibles para nosotros.
Esto es lo que creo sobre el cielo. Está a nuestro alrededor en este momento, pero es solo cuando estamos sintonizados en esa frecuencia que podemos verlo y experimentarlo.
Esto se alinea con el cristianismo.
El primer mensaje de Jesús fue “” el reino de los cielos está cerca “. En otras palabras, está cerca, está al alcance.
- ¿Hay un dios y un cielo o es todo falso?
- ¿A dónde irías después de la muerte, el cielo o el infierno?
- ¿Es posible que haya un cielo o un infierno después de esta vida?
- En la tradición cristiana, ¿por qué Dios decidió que tenías que aceptar a Jesús ANTES de morir para entrar al Cielo? ¿Por qué no después también?
- Si le pides perdón a Dios mientras te mueres de suicidio, ¿terminas yendo al cielo?
También hubo un momento en que los ángeles fueron vistos “ascendiendo y descendiendo” dentro y fuera de esta “dimensión del cielo” y tendiendo a Jesús.
Jesús también dijo en un momento: “Si expulso demonios por el dedo de Dios, seguramente el reino de Dios ha venido sobre ti”.
La mayoría de los cristianos aceptan que no hay enfermedad ni muerte en el cielo. Jesús sanó a los enfermos y resucitó a los muertos.
¿Cómo lo hizo? Estaba sintonizado con esa “dimensión paralela” donde las personas no se enferman ni mueren. Por lo tanto, fue capaz de alcanzar y atrapar esa realidad en esta.
Esa era su misión. “Venga tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”.
El apóstol Pablo dijo: “estamos ocultos con Dios en Cristo” y “estamos sentados en el cielo con Cristo”.
¿Cuál es la implicación? Existimos simultáneamente entre estas dos dimensiones. Pero la mente impenitente (la mente no renovada por el espíritu de Dios) es incapaz de sintonizarse con la frecuencia que nos permite experimentarla. Permanece atrapado en este mundo, con su visión limitada a los 5 sentidos.
En resumen, el cielo nos rodea todo el tiempo. Pero hay algo así como un velo invisible entre este mundo y aquel que solo podemos atravesar pasando por Jesús.
“Nadie viene al Padre excepto por mí”.