De mi crítica de La muerte de la muerte de Neil Gillman :
No soy filósofo ni teólogo, y el judaísmo que vivo todos los días no necesita un concepto claro de lo que sucede cuando morimos. De hecho, estoy en sintonía con el hilo de la tradición judía que desalienta activamente la especulación sobre el tema. Entonces, este libro fue una revelación para mí. Muestra que con el tiempo, los judíos han respondido la pregunta “¿Qué sucede cuando morimos?” De varias maneras.
En la Biblia TaNaCh, o en hebreo, puedes encontrar pasajes que implican que simplemente dejamos de existir, y pasajes que se refieren a una existencia continua y oscura en un inframundo (pero nada como el Hades del mito griego o el Infierno de la tradición cristiana).
Más tarde, comienzas a ver dos ideas, la resurrección corporal y la inmortalidad espiritual, que coexisten de varias maneras. En diferentes momentos, diferentes pensadores judíos han creído:
1. Morimos y el aliento de vida abandona nuestros cuerpos, pero Dios nos lo devolverá al final de los días y viviremos de nuevo. (Sin mención de un alma)
2. Nuestros cuerpos mueren, pero nuestras almas viven, más cerca o más lejos de la gloria de Dios, como lo merecemos. (No se menciona la resurrección)
3. Morimos y somos inmediatamente “resucitados” como almas, quizás con algunas cualidades corporales como la personalidad, y vivimos para siempre de esa manera. (En otras palabras, la inmortalidad ES la forma en que volvemos a la vida).
4. Nuestros cuerpos mueren y nuestras almas se reencarnan.
5. Nuestros cuerpos mueren, y las “chispas” de nuestras almas aparecen junto con las chispas de otras almas en un cuerpo nuevo y una vida nueva.
6. La única inmortalidad que tenemos, o necesitamos, está en la influencia y los recuerdos que dejamos atrás.
Creo que personalmente creo en los aspectos de # 3 y # 6. Pero “creer” aquí significa que confío, y estoy dispuesto a vivir mi vida como si fuera verdad, no es que esté haciendo declaraciones sobre los hechos. Creo que a eso se refiere Gillman al llamar a estas creencias “míticas”. Lo que importa no es la evidencia para ellos, sino la capacidad que nos dan para ordenar nuestras vidas caóticas de una manera significativa.
PD: También adoro el dicho rabínico: “La recompensa de una mitzvá es la mitzvá misma”. En otras palabras, aunque la recompensa y el castigo son parte del pensamiento judío, no son necesarios para motivarnos a hacer el bien.