En una palabra, el paraíso. Una pequeña población humana, una que vive más tiempo y más saludable que nosotros, una con menos vello corporal, una con aún más curiosidad que la nuestra, una con más empatía que la nuestra y otra con más control de sus cuerpos que la nuestra. Vivirían en un mundo con herbívoros, que viven mucho y se reproducen lentamente. Tendrían acceso a todo tipo de plantas. Tendrían una “religión” basada en la autoconciencia, el pensamiento crítico, la amplitud y la profundidad de la experiencia, y el estudio del mundo y el universo que los rodea. Ninguno de ellos tendría que trabajar para mantenerse. El trabajo se vería como un privilegio para disfrutar en el tiempo libre, más que como un deber. Habría muy pocas reglas, unas basadas en la salud y la seguridad de estas personas, como no hacer caca en el suministro de agua.
Prefiero vivir allí que ser un dios en realidad.